sábado, 22 de octubre de 2011

Hay toda una vida por delante

Este texto pretende, desde un punto de vista personal, hacerte consciente de las cosas que suceden en tí y en tu alrededor. Intento darte ese empujón que necesitas para sonreír y sentirte bien contigo mismo/a, pero has de tener claro que no tengo la solución a tus problemas, ya que solamente uno es capaz de solucionar sus propios conflictos. Sin embargo, si que se puede sonreír con la ayuda de alguien, ya sea un pintor, un músico, un escritor o un ser querido, porque nos ayudan a fortalecer la identidad que perdemos en los momentos conflictivos.

Para comenzar la introspección es necesario conocerse uno mismo/a, así que lo primero que deberías plantearte es: ¿Qué sientes? ¿Qué sentimiento es el que se hace presente dentro de tí? Una vez que ya comprendes tus sentimientos y estás seguro/a de ellos, solamente has de encontrar la manera de afrontarlos, de trascenderlos o de abandonarlos. Tenemos estas tres posibilidades, aceptarlos, trascenderlos o abandonarlos, las voy a explicar una por una:

1. Aceptarlos. Aceptar un sentimiento significa vivir concorde con su naturaleza pero teniendo presente que no lo quieres, que no quieres seguir sintiendo ese sentimiento, que tu intención es deshacerte de él. Entonces, buscarás otra cosa que sustituya el sentimiento y lo que lo provoca, como otra persona, otra actividad, pero siempre serás consciente de que tienes un problema que te provoca malestar, aunque la forma de enfrentarse a él sea la sustitución para la posterior desaparición aparente de tu infelicidad o tu sufrimiento.

2. Trascenderlos. Trascender un sentimiento significa vivirlo, experimentarlo, dejar que fluya por tu interior como el viento frío en pleno invierno que acaricia tu piel y despierta en tí emociones y necesidades. Es necesario para trascender el sentimiento una consciencia plena del presente, no pensar en el sentimiento ni en su causa, simplemente desarrollar una habilidad de autoconsciencia, autopenetración, la meditación en su estado más intrínseco. Una vez sientes la tristeza, la infelicidad, la rabia, el odio, la decepción o cualquier  otro grado de sufrimiento, y eres consciente de su poder, cada vez va rebajándose hasta que acaba por desaparecer, porque tú no le estás dando ese alimento que necesita para sobrevivir, no le estás dando ni alimento mental ni estás focalizando en él.

3. Abandonarlos. Abandonar un sentimiento es simplemente negarlo, reprimirlo y autoconvencerte de que tal sensación no existe ni existió nunca. Junto con la aceptación, es lo más sencillo, pues trascender los sentimientos negativos es lo más complejo y complicado. Esta forma de enfrentarte a tu sentimiento solamente puede traerte contradicciones internas, con ella intentas no conscienciarte de tu sentimiento y dejas de darle importancia porque lo reprimes con la mente, intentando que no aflore en lo más profuno de tí.

A simple vista veo estas tres formas de acatar un sentimiento negativo, aunque seguro que hay muchas variaciones y muchas formas más, pero yo creo que todas las demás son simplemente ramificaciones de estos tres pilares de acción.

Aceptar un sentimiento es lo que la educación, la cultura y la sociedad en general quiere que hagamos, nos plantea soluciones que satisfagan nuestro ego, nuestra identidad, pero realmente no se mueve por las raíces del mismo, más que nada porque las desconocen. El abandono se puede hacer presente, por ejemplo, en alguna situación en la que alguna regla social te impida hacer lo que quieres y te reprimes, entonces surge un sentimiento negativo que no tienes en cuenta porque das por hecho que esa regla social tiene más importancia que lo que sientes y te autoconvences de que es estúpido. Sin embargo, la trascendencia es la más natural, es la más filosófica, la más oriental. Si tienes un problema que te ha provocado infelicidad, sentarse, mirarte y analizarte para posteriormente tomar consciencia de tu sentimiento es un proceso que no se enseña, ya que según la sociedad hemos de ser herramientas prácticas para el exterior, no para nosotros mismos.

Os incito a que probéis la trascendencia como herramienta para estar mejor con vosotros mismos, y si sentís tristeza, por ejemplo, preguntaros: ¿Qué hay de malo en sentir esto que siento? ¡En realidad no pasa nada, simplemente está surgiendo algo dentro de mí, voy a vivir concorde con esa tristeza y voy a dejar de focalizarme en ella, no forma parte de mi! Entonces empieza a desaparecer.

Espero que os haya servido de algo y si tenéis alguna duda, opinión o algo que aportar, lo leeré con muchas ganas.

Gracias por leer.


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